martes, 19 de mayo de 2009

Azkena Rock Festival (I)


Como cada año (solamente fallamos el pasado desde hace ya unos cuantos) Encar y yo nos dirigíamos de nuevo a Gasteiz para disfrutar una vez más de tres largas jornadas de música, ambiente, buena compañía y, en definitiva, mucho Rock And Roll.

El motivo principal de nuestro peregrinaje era la visita, después de 10 años más o menos sin pisar suelo ibérico, de The Black Crowes. Una banda que siempre he considerado la mejor de los 90´s, y que nunca había tenido oportunidad de ver. Pero esto sería el viernes 15, así que vayamos por partes.

Es jueves 14. Yo estoy aún en la oficina pero tengo ya hablado que saldré antes porque me tengo que ir de viaje. El día anterior habían llegado a casa Oscar, Alicia y, por supuesto, la Encar. Habían decidido hacer el largo viaje desde Murcia en dos etapas y de paso dar una vuelta por Madrid. En dicho paseo madrileño, Oscar aprovecha para hacer unas compras de vinilos y se empeña en regalarme el “Blah, Blah, Blah” disco de Iggy Pop grabado en el 86. Además, se tropiezan a algún famoso que otro por Chueca y hacen una rápida visita al lugar donde trabajo, que no es otro que la Casa de Pocoyo.

Volviendo al jueves, ya he comido y no veo la hora de salir. Me encuentro ya en un estado de excitación bastante palpable, pues en verdad os digo que echaba de menos el rollito que se cuece en Vitoria los días del Azkena.

Así que por fin me escaqueo y me pongo rumbo a casa. Allí me encuentro con Miguel, que ha llegado de Cartagena, y que también está ya listo y preparo mi equipaje a toda velocidad para que podamos partir cuanto antes. Hacemos un reparto de coches por sexos, cosa que no me convence mucho, pero que tenía que ver más con los humos que con otra cosa y que al final resultó ser bastante coherente. Así que Encar y Alicia se marchan en un coche, y Oscar, Miguel y yo en otro.

Durante el camino escuchamos a los Stones y a Jane´s Addiction, y nos encontramos un tremendo control policial que nos sobresalta bastante. Cadenas, perros y muchas armas nos intimidan y nos cortan un poco el rollo, además de retrasarnos una media hora. Pasado este trance, y heridos en nuestro orgullo por no ser considerados ya ni sospechosos, logramos llegar a la capital alavesa y aparcamos con bastante facilidad. Además en zona blanca, un bien cada vez más escaso en nuestras ciudades.

Llegamos al hotel de siempre, el Desiderio, y recogemos las llaves de nuestras habitaciones. Para nuestra sorpresa ha habido un error y nos han dado una habitación doble en lugar de una de matrimonio, que vale que ni el Ayuntamiento ni, por supuesto, la Iglesia son testigos de nuestra vida en común, pero eso no es excusa para hacernos esto. Finalmente aceptamos las condiciones aunque queda patente que el error es de ellos. Una pírrica victoria, pero que eleva ligeramente la moral para continuar con alegría nuestra aventura.

Es en Gasteiz donde nos encontramos con Sergio Bocinakas, el otro integrante de la rockera excursión. No dormiré tranquilo si no les cuento que hubo una baja de última hora; Pichón se quedó en Barna y no pudimos compartir estos días con él. Una auténtica lástima.

Bien, pues iniciamos la excursión a Mendizabala, el recinto donde se aloja el festival. Por las horas que eran, ya no pillaríamos a ninguno de los primeros grupos (Jenny Dee & The Deelinquents, The Inspector Cluzo, los veteranos Burning, White Denim, The Freeks y The Breeders), pero vimos la actuación completa de Juliette And The New Romantics. Y qué quieren que les diga. La Julieta ha cambiado de banda y desde luego que ha sido para mal. Éstos New Romantics deben ser de lo peor que ha pasado por el ARF en sus ya varios años de existencia. Canciones de dudosa calidad, partes instrumentales mediocres e incursiones en diferentes estilos y con desigual suerte. Lo único que no podemos reprocharle a la estrella de Hollywood es precisamente su actitud y entrega. Pero no todo es actitud, claro, y la verdad es que se convirtió en un show bastante prescindible. De hecho, me da la impresión de que ha perdido algo que le hacía tener algún atractivo, que era esa propuesta de especie de Iggy femenina. Ella mantiene fuerza y cierto estilo, pero no está respaldada por una banda mínimamente competente.

En fin. Después de la Lewis es turno de Hardcore Superstar. Solamente había escuchado el disco de idéntico nombre al de la banda, y no es precisamente santo de mi devoción, pero tenía cierto interés en verles porque me habían hablado bastante bien de su directo. Y la verdad es que duramos tres canciones. Yo no sé si aquello (un compendio de clichés hardrockeros que apenas aportaban nada, bajo mi punto de vista) mejoraría conforme avanzó el concierto, pero a nosotros nos bastaron esas tres canciones para decidir que ya habíamos tomado el primer contacto con el festival y que lo mejor sería recogernos pronto porque las dos jornadas siguientes serían duras.

Y eso hicimos.

5 comentarios:

  1. Coño! No nos vimos ni el jueves que había cuatro gatos! Mecachís!!! Un abrazo.

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  2. Pues si, Manel, así es.
    La verdad es que esto ya no vuelve a ocurrir, que para eso están los teléfonos.
    Por cierto, qué le pareció la jornada del jueves?

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  3. Coincido plenamente con la valoración que haces. Excepto BURNING lo demás me dejó indiferente. Quizás algo de THE FREEKS y poquito más. A las cuatro canciones de HS enfilamos camino del hotel nosotros también.
    Un saludo.
    MANEL

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  4. Parace que los Jesucristos Superestars triunfaron

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  5. No creo que se hayan disparado las ventas de sus discos en este país, no.

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