miércoles, 25 de mayo de 2011

70

Mi plan es el siguiente: aspìro a durar la friolera de 65 años. Sé que es mucho y que no las tengo todas conmigo. Hipertensión, precedentes familiares, años viviendo de noche, poco ejercicio, Rock And Roll o mi amor descontrolado por la cerveza hacen que no aspire a mucho más.

En el otro lado de la balanza; Encar y Hugo me dan las ganas de seguir adelante, sino mi apuesta sería aún más baja.

Así que me quedan 25 años de vida si un accidente no lo evita y, con estas previsiones, estarán ustedes de acuerdo conmigo en que uno no está para perder el tiempo ni para ostias.

Y esta reflexión viene a cuento porque Robert Allen Zimmerman cumplió 70 años hace un par de días, y seguramente pensó algo parecido; no sé cuánto tiempo me queda y quiero aprovecharlo al máximo, y se embarcó en un tour interminable que ya dura décadas.

Más de 100 actuaciones anuales es la propuesta del Never Ending Tour de Robert. Está claro que su elección es morir sobra las tablas.

Morir en el campo de batalla.

Del mismo modo que Mickey Rourke escogía morir en el cuadrilátero en la fantástica "The Wrestler".

También me viene a la cabeza el ejemplo de Don Manuel Fraga, empeñado en morir jodiendo al personal hasta el final, pero es un ejemplo mucho menos atractivo.

Así que no nos queda otra que felicitar a Robert y su tremenda odisea. No puedo ni imaginar el esfuerzo que tiene que suponer para un abuelo de 70 años seguir de gira continua alrededor del globo. Y no, que nadie me argumente la excusa del vil metal, porque ni le hace falta ni tiene tiempo de gastar su fortuna con tanto vuelo, atender su programa de radio y demás actividades que se le conocen.

Nosotros tuvimos la oportunidad de verlo el año pasado en Vitoria, y estuvo a la altura de su leyenda.

Así, pues, felicidades a Robert y que dure mucho más.

Para despedirme, un deseo: que todos le sobrevivamos a Fraga.

No las tengo todas conmigo.

lunes, 16 de mayo de 2011

La Noche De Los Museum

Era sábado por la tarde y estábamos viendo el mercadillo de los Traperos De Emaús, que celebraban su 15 aniversario. Y es entonces que cuando nos marchábamos, MIG* 21 dijo que al final no iría al concierto.

¿Qué concierto?, pregunté extrañado.
El de Sex Museum,¿ no te acuerdas? Esta noche en la Sala Stereo.

No, no me acordaba.

Y no pensaba asistir, pero Encar nos convenció a ambos y allí nos plantamos. Tiene cierta guasa el ver a este grupo precisamente la Noche de los Museos, esa noche en la que los museos abren y se llenan como no lo hacen el resto del año.

Llegamos los primeros a la sala. Y digo los primeros literalmente. No había nadie. Algo raro pasa en Murcia. Tiene la mejor programación de conciertos de toda su historia, hay muchos y buenos bolos, pero poca gente. Ignoro dónde está el negocio. Algún día descubriremos la verdad.

Afortunadamente la cosa se arregló un poco y empezó a venir algo más de público, pero daba cierta pena. De todas formas, la escasa asistencia no influyó para nada en el concierto que ofreció Sex Museum. Otro magnífico espectáculo rocanrolero como pocos. Lo de esta gente es digno de mención. Yo no sé cuántos años llevarán de carrera (desde mediados de los 80´s), pero su directo es absolutamente demoledor, digno de cualquier gran banda internacional. Ellos empezaron muy metidos en la escena mod pero, aunque queda aún constancia de ello, su sonido es mucho más rico de lo que pueda caber en una sola etiqueta.

Un pero he de poner a los de Malasaña, pero se trata solamente de un punto de vista personal. Presentaron varios temas de su nuevo álbum y está claro que en ellos cobra mayor protagonismo tanto el Hammond como el Korg. Esto varía el sonido de la banda, y a mí me gusta más el sonido al que nos habían acostumbrado los últimos años. Pero la banda es una apisonadora en directo. Bestial la sección rítmica (tienen a uno de los mejores baterías españoles, no me cabe la menor duda), buenas guitarras las de Fernando (especialmente sus riffs), genial Marta con el teclado y Miguel Pardo igual de carismático que siempre a las voces.

Gran concierto.

Al otro día nos esperaba visita para comer y por la tarde manifestación por la Democracia Real.

Un fin de semana muy completo.

domingo, 1 de mayo de 2011

Carter Retrató La Vergüenza

No acostumbro a ver el espacio Cuarto Milenio, pero el otro día estábamos de charleta y el televisor encendido de fondo, sin apenas sonido, mientras emitían el programa. Yo, que estaba más cerca de la tele que ninguno, me giraba de vez en cuando para ver de qué iba. En esto que aparece la imagen que les muestro.

Parece ser que el programa estaba dedicado a fotografías famosas por el horror que mostraban, o algo similar, pues aparecieron también varias de la Guerra De Los Balcanes, la famosa de la niña de Vietnam y no recuerdo cuáles más.

Yo ya había visto esta foto, pero mi reencuentro con ella fue todo un shock. Hasta el punto de quedarme sin habla durante unos segundos. Lo primero que pensé fue que el hecho de ser padre recientemente me había mostrado especialmente afectado por la imagen, pero comentándolo con mis cuñados, que también la vieron y que no son padres, comprobé que estaba en un error, que la foto impacta a quien sea. Hasta el punto de que al otro día, uno de ellos me dijo que aún tenía la imagen en la cabeza y que no podía quitársela.

A mí me ocurre igual. No puedo olvidarla. Así que investigué mínimamente y he encontrado un par de versiones diferentes de la historia de la foto, ninguna de ellas bonita.

La primera dice que Kevin Carter (el fotógrafo sudafricano que hizo la foto) estaba en un poblado en Sudán, cuando encontró a esta niña acurrucada en el suelo. Dicen que esperó 20 minutos a que el buitre extendiera las alas para conseguir una foto más impactante, si cabe, y que después se marchó del lugar. Esta versión cuenta también que Carter dijo, cuando recogía el premio Pulitzer de 1993 por la fotografía (publicada por primera vez en The New York Times), que estaba arrepentido de no haber ayudado a la niña, y que odiaba esa foto. Nada más se supo de la niña (o del niño, que también he encontrado teorías diferentes sobre el sexo del pequeño).

La segunda versión dice que Carter no estaba solo en la aldea, sino que habían más gente y que, como se puede observar, el niño tiene una pulsera que indica situación de extrema hambruna. Estas pulseras las llevan los afectados en los campamentos de la ONU. Dicen que, por lo tanto, el ataque del buitre era imposible porque había mucha más gente por ahí, además de defender que siempre hay buitres en estos sitios y que incluso es posible que el animal estuviese mucho más lejos de lo que pueda parecer en la imagen. Incluso parece ser que el pequeño sobrevivió a esa hambruna, que se llamaba Kong Nyong y que moriría a los 14 años por unas fiebres.

Hay, incluso, quien ha visto en la foto al capitalismo representado por el buitre, a sus vícitmas (el niño) y a la pasividad de la gente reflejada en la actitud del fotógrafo.

Lo único cierto es que a Carter lo crucificaron en vida por tomar la foto, ya que la gente dio por muerto al pequeño automáticamente, y le acusaban de no ayudarle.

Carter se quitaría la vida un tiempo después.