Hacía muchos años que no la veía, y sigue siendo un drama realmente duro. Para el que no la conozca, que serán pocos, "Días De Vino Y Rosas" (1962) es la historia de una pareja que poco a poco se va sumergiendo en la agonía del alcoholismo. En un principio solamente es él el que bebe, pero arrastrará a su mujer a un infierno del que procurará salir cuando está sobrio.Jack Lemmon nos demuestra porqué es un gran actor, quizá menospreciado en demasiadas ocasiones, y presenta un registro que nada tiene que ver con el que le hemos visto en otras grandes interpretaciones (por citar algunas; “Primera Plana”, qué es mi favorita, “Con Faldas Y A Lo Loco” o “El Apartamento”).
Su personaje, Joe, es el principal protagonista, pero no le hace sombra a una Lee Remick que está también maravillosa en el papel de la esposa de Joe.
Muy especial también el padre de Kirsten (Remick), que ve cómo su hija va cayendo poco a poco en una espiral autodestructiva, que arrastra también a su nieta, prácticamente olvidada por Joe y Kirsten. Ella anhela ver la vida de colores hermosos, y eso solo lo proporciona el licor. Joe tiene momentos de lucidez y es capaz de dejar de beber de vez en cuando, pero la extraña historia de amor que les une lo complica todo mucho.
En esta película hay una de las escenas más sobrecogedoras que recuerdo haber visto. No quiero destriparla, pero para el que la haya visto bastará recordarle que es cuando Kirsten está dando pecho a la hija.
En fin, una grandísima película que no hay que ver si se está deprimido, pero que es un clásico en toda regla.


