sábado, 11 de abril de 2009

La Conquista De La Pérfida Albión (IV)


Ya estamos en el cuarto día de viaje.
El cansancio empieza a notarse, máxime si las condiciones de reposo nocturno no son precisamente las ideales. No obstante, la ilusión y el querer aprovechar lo poco que queda ya de viaje, hace que los cuerpos se muevan y nos plantamos en Camden Market.

Desde luego, la fama que precede al mercado es bien merecida. No obstante, me cuentan quienes lo han conocido años anteriores, que no es tan sumamente impactante como antaño. Para los profanos, es un espectáculo en sí mismo tanto movimiento de gente y tanta variedad de ofertas. En ese mercado hicimos algunas compras importantes; pero sobresalió especialmente una chupa de cuero para Encar (que le queda de fenómenos).

No encotramos en este mercado a ningún grupo tocando tan vacilones como los Hightown Crowes, que es un trío que conocimos en Portobello y a los que les compramos el CD que vendían. Una suerte rockabilly con toques a lo Waits que nos alegró la mañana del día anterior.

Lo que pasa es que tanto este mercado como el de Portobello están llenos de españoles. Y no es por nada, pero gritan de la ostia en cada lugar que te cruzas con ellos. Si alguien grita en el metro; es español. Si un grupo alborota en el mercado; son españoles. Al menos esas situaciones se nos fueron repitiendo a nosotros con bastante asiduidad.

Volvía a saltar por los aires el mito de la poca hospitalidad inglesa (el que también había muerto era el de su metro. Que sí, que es muy grande, pero mucho más incómodo que el de Madrid, y 4 veces más caro!!!), ya que fue en este día cuando Pichón se consagró como el relaciones públicas universal. Se hizo amigo de un húngaro en un bar del mercado y luego, ya de noche, se echó unos dardos con el camarero asiático del Horseshoes Inn. Contra todo pronóstico, le ganó y consiguió que éste le invitara a una pinta de Guiness. Además, eso sirvió para que un hincha del Totenham, que antes había palmado con el camarero, le cogiese cariño y estuvieran charlando acaloradamente un buen rato. El hooligan del Totenham terminaría cantando el himno del Barça con nosotros. La despedida del Horseshoes Inn fue bastante emotiva.

Nos conocíamos de cuatro días, pero eso sí, no fallamos ni uno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario